Enfrentando Gigantes



Hay momentos en la vida, que nos encontramos frente a un enorme gigante. Cuando eso ocurre, nos asustamos y el miedo se apodera de nosotros, la duda hace temblar nuestros débiles cimientos, pero ¿es normal esta situación? Sí, es totalmente normal, la mejor pregunta sería ¿qué haríamos ante esta situación? Para responder a esta pregunta, leamos 1 Samuel 17:45-47 "Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos." ¿Quién fue David? ¿Quién era David? Él era el menor de siete hermanos, el pastor de ovejas, el más pequeño de todos, pero Dios puso su mirada en él. Sin embargo, no nos centraremos en esta parte de su vida, ni de cuando es rey, sino que, cuando enfrenta al gigante filisteo, Goliat.

El padre de David, Isaí, le manda a dejarle unas cosas a sus hermanos, quienes estaban en el campo de batalla, este fue sin rechistar. Cuando llego al lugar, dejo su carga con el que cuidaba el equipamiento de los soldados y corrió, para ver cómo estaban sus hermanos. Fue en ese momento, que escucho como aquel soldado filisteo incitaba al pueblo de Israel, para que pelearan contra él, pero el pueblo se encogía por el miedo que Goliat infundía. Fue en este instante que David, escucha sobre la recompensa que el rey le daría, a aquel valiente que venciera al gigante. 1 Samuel 17:26-27 "Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? Y el pueblo le respondió las mismas palabras, diciendo: Así se hará al hombre que le venciere.”, en cambio, sus hermanos, pensaron que David solo estaba allí, para ver la batalla, pero David no los presto mayor atención, y siguió por el campamento preguntando qué fue lo que había dicho el rey y todos le respondían lo mismo. 

1 Samuel 17:32 "Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo." Cuando el rey Saúl escucho de David, este lo mando a llamar y fue David quien conforto al rey, cuando nadie sabía qué hacer, pero el rey, mira en menos a aquel pastor de ovejas, por no ser un hombre preparado para la guerra, pero David le respondió, que no importaba si era león o un oso, que intentara comerse su rebaño, el los mataba con sus propias manos, porque Jehová lo libraba de las garras del oso o león (1 Samuel 7:34-37). Saúl, lo vistió con las mismas ropas que vestían sus soldados, pero David se las quito, porque era incómodo para el andar con aquella armadura (1 Samuel 7:38-39). Así que tomo su cayado, y eligió 5 piedras lisas de un arroyo, las guardo en su saco pastoril, tomo su honda y se para enfrente de aquel gigante. Goliat se sintió humillado, por los israelitas, al ver que salió a su encuentro, este pequeño hombre, con un cayado en su mano y su honda como arma. 

1 Samuel 17:45-47 "Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos".  

Ahora le haré otra pregunta ¿cuál es su Goliat? ¿Cuál es el gigante que detuvo su andar?, muchas veces en nuestro caminar, aparecen diversos gigantes y nos quedamos mirando su estatura y nuestra fe comienza a decaer. Tal como lo hizo lo Saúl con David, al vestirle con la misma armadura que ocupaban sus soldados, así mismo el mundo nos entrega su armadura, para que podamos enfrentar nuestro gigante.

Pero la armadura que el mundo nos da, solo nos provoca desesperación, miedo, angustia, soledad y al final, la muerte. Es una armadura pesada, que nos restringe el movimiento, una armadura que más que protegernos, nos provoca la muerte, de una forma lenta y dolorosa. Pero Dios nos entrega una armadura que es ligera, es cómoda y que nos protegerá contra todo lo que el enemigo nos pueda enviar (Efesios 6:10)

En el momento que aceptamos a Dios en nuestras vidas, él nos quita esa pesada armadura y nos enviste con la suya, en ese momento nos enfrentamos cara a cara con nuestro gigante y esta nos insulta e intimida, para que no podamos darle la pelea, porque sabe que, si nos entregamos en la mano de Dios, le podremos derrotar fácilmente. Es en este momento crucial de nuestras vidas, que veremos qué tan fuerte es nuestra fe. ¿Qué es la fe? la fe, es confiar plenamente en Dios, es disponernos en sus manos, para que el maneje y dirigía nuestras vidas, es confiar en que tenemos como capitán de nuestro barco a Dios mismo.

¿Qué tan fuerte es nuestra fe? ¿Qué tanto confiamos en Dios? son respuestas que solo nosotros podemos responder.

¿Cuál es tu gigante? no nada que no podamos derrotar con la fe bien puesta en Dios, su palabra dice que, si nuestra fe fuere como un grano de mostaza, le diríamos a un monte que se moviera de lugar y este se tendría que mover. No debemos de tener miedo, porque Jehová de los ejércitos es quien va con nosotros.

 

Ahora les hago esta pregunta ¿Que tan grande es tu gigante?


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